Rosa Díaz Outeiriño
LOS SIETE PRINCIPIOS HERMÉTICOS
El principio del Mentalismo
El principio de Correspondencia
EL principio de Vibración
El principio de Polaridad
EL principio del Ritmo
EL principio de Causa y Efecto
EL principio de Generación
I – PRINCIPIO DEL MENTALISMO
Encierra la verdad de que todo es Mente. El Universo es una creación mental del TODO,
en cuya mente vivimos, nos movemos y tenemos nuestro Ser.
La comprensión de este principio habilita al hombre a conocer y
realizar la ley que rige el Universo mental, aplicándola a su bienestar y
desarrollo. Este principio explica la
verdadera naturaleza de la energía, de la fuerza y de la materia, y el cómo y
el por qué, éstas están subordinadas al dominio de la mente.
Y puesto que el ser humano está hecho a imagen y semejanza de su
Creador, podemos decir que la mente es creativa no solo a un nivel Cósmico,
sino también a un nivel humano, personal.
El hombre puede crear utilizando materiales del mundo concreto, pero cualquiera
que sea su creación, siempre comenzará en su propia mente.
Nuestro universo personal depende de nuestro pensamiento.
Todo lo que uno llegue a creer de sí mismo, es lo que va a ver
reflejado en los demás.
Por lo tanto, los pensamientos tienen un gran poder. Según pensamos
así actuamos.
La aplicación del pensamiento positivo y la autoafirmación patentizan
el principio de que todo está supeditado a la mente.
Si el Universo es mental y todo depende de nuestro pensamiento,
entonces la primera tarea será aprender a “controlar el pensamiento”.
II – PRINCIPIO DE CORRESPONDENCIA
Encierra la verdad de que hay siempre una cierta correspondencia entre
las leyes y los fenómenos de los varios estados del Ser y de la vida. Y afirma: "como arriba es abajo, como
abajo es arriba"
La comprensión de este
principio da una clave para resolver muchos de los más obscuros problemas y
paradojas de los misterios de la naturaleza.
El conocimiento de este principio de correspondencia habilita al
hombre a razonar inteligentemente de lo conocido a lo desconocido.
Cuando llevamos este principio al nivel humano, podemos decir: “Como
adentro es afuera, como afuera es adentro”
Todo lo que sucede alrededor de una persona refleja lo que le está
ocurriendo por dentro.
Esto significa que cuando una persona es desordenada con sus cosas,
está demostrando su desorden interno.
Aplicando la ley de la Correspondencia, podemos conocer otros planos,
otros mundos, otros estados evolutivos; porque la vida continúa en otras
dimensiones. Puesto que, el objeto de la vida humana es progresar, evolucionar.
III – PRINCIPIO DE VIBRACIÓN
Encierra la verdad de que todo está en movimiento, de que nada
permanece inmóvil.
Aquello que llegamos a creer es lo que se manifiesta en nuestra vida
Desde el corpúsculo y el electrón, desde el átomo y la molécula hasta
el astro y los universos, todo está vibrando según su evolución.
La comprensión de este principio habilita al hombre a controlar sus
propias vibraciones mentales, así como la de los demás.
La escala evolutiva o ciclo de manifestaciones del Cosmos, está
conformada por infinitos grados, desde la forma material más densa hasta la más
sutil. Y a medida que la vibración va
siendo mayor, más alto es el lugar que ocupa en la escala; pero todo muestra un
determinado movimiento o vibración.
Esto nos plantea la necesidad de no quedarnos en si lo que aparece
como inmóvil, corresponde al más grosero de los estados de la materia, o por el
contrario, a un grado de vibración tan elevado que aparentemente parece en
reposo.
El filósofo Pitágoras enseñaba a sus alumnos que en todo había
movimiento, que incluso en lo que parecía materia inerte, como una piedra,
había un cierto grado de vibración.
Pitágoras hablaba de la música de las esferas porque comprendía que
cada diminuta partícula del universo vibra y crea a través de sus vibraciones
luz y sonido.
Cada vibración tiene su propio color, su propio reflejo luminoso y su
propio sonido, y cada uno de sus aspectos es intercambiable.
El principio de vibración nos plantea una curiosa paradoja haciéndonos
reflexionar sobre la capacidad de captación de nuestros sentidos: un objeto
sometidos a un elevado grado de vibración puede aparentar el más absoluto de
los reposos (los radios de una rueda que comienza a girar se nos muestran
visibles en un principio, pero si continuamos aumentando su velocidad llegará
un momento en que aparecerá ante nuestros ojos como un objeto compacto y
quieto).
La vibración del espíritu es de una intensidad infinita. Y en el otro
extremo de la escala hay formas de materia densísima, cuya vibración es tan
débil que parece también estar en reposo.
Entre ambos polos hay millones de millones de grados de intensidad
vibratoria.
Si nos centramos en el plano de las energías, descubriremos también
que la luz, el calor, el magnetismo y la propia electricidad, son modos de
movimiento vibratorio.
Si aplicamos este principio de
vibración a las manifestaciones del plano físico, también podemos aplicarlo al
mundo de la mente. Puesto que, los
pensamientos, sentimientos, deseos y emociones son distintos modos de vibración
que se transmiten al exterior y afectan al ambiente y a las personas que nos
rodean.
El conocimiento, la comprensión
y la aplicación del principio de vibración, posibilita al hombre la facultad de
incidir en los planos inferiores y producir los cambios que desee, simplemente
polarizando su mente de la forma deseada.
Con este principio comprendemos mejor la afirmación de que atraemos a
la vida aquello en lo que pensamos por la ley de Atracción y Afinidad. Por lo que, podemos cambiar la frecuencia
negativa, generando pensamientos positivos, optimistas….
Hoy día tenemos a nuestra
disposición un buen número de instrucciones, técnicas y ejercicios adaptables a
cada particular modo de ser, aunque el resultado dependerá de la firmeza y
constancia con que nos enfrentemos a la práctica.
IV – PRINCIPIO DE POLARIDAD
Encierra la verdad de que todo es dual, todo tiene dos polos, su par
de opuestos (blanco-negro, alto-bajo, frío-calor, positivo-negativo, amor-odio,
bien-mal, norte-sur.
Los opuestos son los extremos de la misma cosa, consistiendo la
diferencia simplemente en la graduación.
En cada cosa hay dos polos, dos aspectos, un par de opuestos. Los semejantes y desemejantes son los
mismos. Los opuestos son los dos
extremos de la misma cosa, idénticos en naturaleza, diferentes solo en
grado. Los extremos se tocan. Todas las paradojas pueden reconciliarse.
En cualquier aspecto del plano mental, de nuestras emociones, podemos
aplicar este principio de polaridad. Así
pues, la polaridad es un requisito imprescindible para poder conocer el
Universo que nos rodea.
Fue Carlos G. Jung, quien llamó" la sombra" a todos los
aspectos "negativos" que formaban parte de la personalidad del ser, y
que en lugar de ignorarlos, excluirlos, taparlos (como se había hecho hasta
entonces) lo que se pretendía era identificarlos, transmutarlos e integrarlos;
transformándolos dentro del grado que ocupaban hasta lograr la transformación
positiva. En 1945 Jung definió a la sombra como lo que una persona no desea
ser. “Uno no se ilumina imaginando figuras de luz- afirmó- sino haciendo consciente
la oscuridad, un procedimiento, no obstante, trabajoso y, por tanto, poco
popular”.
No podemos olvidar que la Naturaleza va siempre en dirección a la
actividad dominante del polo positivo. La clave está en producir la alquimia
mental adecuada para aumentar las vibraciones de un determinado polo hasta
acercarse al opuesto, trasmutando lo negativo en positivo (donde hay un
pensamiento de odio, pongamos uno de amor.
En vez de decir: no puedo superarme; digamos: “yo soy capaz, puedo
hacerlo”.
“Aquellos que no aprenden nada de los hechos desagradables de sus
vidas, fuerzan a la conciencia cósmica a que los reproduzca tantas veces como
sea necesario, para aprender lo que enseña el drama de lo sucedido. Lo que
niegas te somete. Lo que aceptas te transforma (C. G. JUNG)
La comprensión del principio de polaridad capacita al hombre para
cambiar su propia polaridad, así como la de los demás si se toma el tiempo y el
estudio necesario para dominar este arte.
V – PRINCIPIO DEL RITMO
Encierra la verdad de que todo
se manifiesta en un determinado movimiento de ida y vuelta, un fluyo y reflujo,
una oscilación del péndulo entre los dos polos.
Esta ley rige para todos (soles, mundos, animales, materia, mente)
porque todo cuanto nos rodea pone de manifiesto el principio del Ritmo.
Todo fluye y refluye; todo tiene sus periodos de avance y retroceso,
todo asciende y desciende; todo se mueve como un péndulo.
La medida de su movimiento hacia la derecha es la misma que la de su
movimiento hacia la izquierda; el ritmo es la compensación.
La observación nos permite darnos cuenta de que a los periodos de
entusiasmo les siguen otros de depresión. A los instantes en que nos
encontramos pletóricos de fuerza les suceden otros de decaimiento. Los arranques de valor terminan ahogados por
momentos de miedo. A la claridad de la
comprensión se añaden después las brumas de la duda.
El trabajo de autoconocimiento es lo que nos lleva a conocer el
funcionamiento del principio del Ritmo y a ejercitar la voluntad de manera que
podamos sustraernos a los efectos negativos, compensando o equilibrando los
vaivenes que sin duda se producirán.
La comprensión de este principio consiste en neutralizar la oscilación
pendular que tendería a arrastrarlo hacia el otro lado.
VI – PRINCIPIO DE CAUSA Y EFECTO
Encierra la verdad de que todo efecto tiene su causa y toda causa
tiene su efecto. Afirma que nada ocurre
casualmente y que todo sucede conforme a la ley (por causalidad).
El hombre no es él y sus circunstancias, sino como se adapta a ellas.
Los científicos ya saben que nada de lo que sucede es casual, existe
una relación entre lo que ha pasado y lo que le sigue.
Pues, también podemos decir, que todo pensamiento es como una semilla,
produce su propia flor y su propio fruto. Todos labramos las cosas que nos van
a suceder en cada momento.
Cada causa tiene su efecto, que más adelante éste se convertirá en
causa para nuevos efectos, argumento que deroga cualquier hecho justificado con
la casualidad.
Todos sembramos las cosas que nos van a suceder a cada momento y de
nosotros depende:
Si lo que nos llega es negativo y nuestra
actitud mental hacia ello también lo es, reforzará nuestra negatividad.
Si lo que nos llega es negativo y nuestra
actitud mental es positiva, no nos afectará y además tendremos la oportunidad
de devolver positivo por negativo.
Si lo que llega es positivo y nuestra actitud
mental es positiva, llega la recompensa de la felicidad.
La comprensión del principio de Causa y Efecto capacita al hombre para
actuar con el conocimiento de lo que siembra lo recoge, en todos los
aspectos. Y que no nos puede pasar nada
que no hayamos provocado nosotros mismos de una forma u otra.
Encierra la verdad de que la generación se manifiesta en todo, estando
siempre en acción los principios masculino y femenino.
Este principio creador obra siempre en el sentido de “generar,
regenerar y crear”. Y cada ser contiene
en sí mismo los dos elementos de este principio.
Cada ser contiene en sí mismo los dos elementos de este principio: el
Yin y el Yan, el Ida y el Pingala. El ser humano participa tanto del principio
masculino como del femenino, independientemente de su sexo.
La comprensión del mismo ilumina muchos de los problemas que tanto han
confundido la mente de los hombres.
Todo lo que existe en el Universo está regido bajo el principio del
género, que influye en la constante atracción de las energías masculinas hacia
las femeninas y viceversa. En el mundo
físico este principio se manifiesta como “sexo” y en los planos superiores toma
formas más elevadas, pero el principio subsiste siempre el mismo. Ninguna creación física, mental o espiritual,
es posible sin este principio.
En la Naturaleza, la luna como principio femenino y el sol como
principio masculino, nos presentan la dualidad del género influyendo sobre la
Creación, tanto en su aspecto más sólido como en el más sutil.